8 oct 2008


Se acabó. Se habia acabado (y a decir verdad aquí empieza la verdadera historia). Voy a hacer mis esfuerzos más calificados para intentar describir lo que sentía en ese momento. Una parte de mí, la más caprichosa, pensaba que haberlo dejado estaba bien, porque merecía más atención de parte de un hombre. En cambio, mi parte más racional sabía que lo había dejado por miedo a que el me dejara en primer lugar. Sí, creía que necesitaba algo más de un hombre, pero todo lo que podia pensar se sintetizaba en una frase "Necesito morirme" claro. Eran solo fantasias. Era mi "primera desilución amorosa". Como decía la gente en general. En lo profundo tenía la convicción de que no era simplemente una nena que dejaba a su primer novio e iba a superarlo en 5 o 6 días, semanas o años. Sabia que él había marcado mi vida para siempre. Antes de conocerlo, era una mujercita gris pero autosuficiente, hermosa e inteligente. Dos años después, me habia convertido en una versión pervertida, en una persona desdeñosa, alguien que no sabía gratificar a otros, que siempre buscaba el placer propio. Merecia placer, merecia dejar de sufrir y por sobre todas las cosas: no podia parar de imitarlo. Él es la persona más egoista y sentrada en si misma que conozco, que conocí durante todos estos años. No puede parar de hacer maldades, no puede consigo mismo. Necesita, supongo, escarvar en lo más profundo de las personas en busca de un punto debil. Y va a usar sus tácticas contra cualquiera que le resulte una molestia. Te va a pedir que te relajes, que no lo presiones y por último te va a tirar al basural comunitario para que te coman los buitres.

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