27 oct 2008


París es un bombardeo de twingos y castillos. Ambos me tienen cansada. Uno me trae recuerdos, el otro me hace soñar. En este momento estoy en mi cama, tapada hasta los codos, escuchando una canción de Las Pastillas del Abuelo que puso mi hermana, que duerme en una cama que está al lado mio.
Francia no parece demasiado integrada en la era de Internet: por las calles no he visto ni un solo cyber café ni nada que se le asemeje. Todo muy lindo, pero demasiado antiguo para mi gusto. Me encantó Londres: la gente es alocada y se viste raro (allí me sentí cómoda). En París tenés que vestirte con polleras largas hasta las rodillas y muy sobriamente, o no tenés estilo. Imaginate lo desubicada que me siento acá.
Te extraño demasiado como para subir a la torre Eiffel. Tengo más ganas de subirme al tren metropolitano que va a Avellaneda, por raro que suene. No puedo disfrutar de nada acá... Lo único que hago es buscar computadoras disponibles para poder escribirte o, con suerte, encontrarte online. Quiero volver a mi casa, quiero estár con vos. Odio Europa. Te amo.

No hay comentarios: